Crecí leyendo historietas de Condorito. Además de las acostumbradas onomatopeyas como ¡plop! y otras frases representativas como ¡exijo una explicación!, ¡reflauta! y muchas otras; recuerdo las historias en torno a los restaurantes, los ‘descaches’ de los meseros, las ocurrencias de los comensales y por supuesto, los errores de servicio al cliente que terminaban afectando la reputación del lugar.
¡Mozo! ¡hay una mosca en la sopa!. Era una de las frases de esas historias. Y es una frase que recordé con precisión en mayo pasado, cuando decidí usar una aplicación, cuyo nombre me reservo, para pedir algo ligero: una ensalada césar, con un pequeño ‘pecadillo’ incluido: papas fritas. El domicilio llegó 45 minutos después, me estaba devorando la ensalada cuando de pronto veo un ingrediente extraño en el plato. Me acerqué: una mosca.
Además del fastidio y de la confusión que produce esta situación, muy molesta decidí reportar el caso en la famosa aplicación. Posteriormente, publiqué la desagradable imagen en Twitter y Facebook, destacando que mi plato venía con una presa, que no era precisamente de pollo. Y aunque no soy influencer, ni pretendo serlo, presiento que al hacer una pequeña indagación de mi profesión, mis contactos, algunos retweets y saber que me muevo en el mundo de los medios de comunicación, llevaron a que la citada cadena decidiera reparar el error y no afectar su reputación.
La respuesta en Twitter fue casi instantánea: “Lamentamos los inconvenientes causados, agradecemos nos envíes un DM para encontrar una solución”. Narré lo sucedido, les dí mi celular, me llamaron, también me enviaron un correo electrónico indicando que verificarían con su Departamento de Calidad que sucedió y me aseguraron que me reembolsarían el dinero. Dicho y hecho. A los pocos minutos tuve al domiciliario en la puerta de mi casa devolviendo la totalidad de los recursos.
Y aunque los daños por ingerir una mosca no me los quiero ni siquiera imaginar, después de estas acciones me dije a mí misma: “pues sí, cualquiera puede cometer un error. Me habría podido pasar a mí”. Decidí eliminar el tweet (aunque en Facebook el post aún pueden verlo mis amigos, pues no lo tengo abierto) y días después recibí un bono de regalo de dicha cadena.
“No está mal”, pensé. No volveré a pedir nada allá, pero bueno, al menos no les dejé la reputación por el piso.
Y ustedes…¿creen que la citada marca hizo una adecuada gestión de lo que pudo ser una crisis? Los leo!!!